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​Poiesis astral o la arena de los tiempos

Miladis Hernández Acosta

(Poeta y critica literaria cubana)
Universos en expansión,
Silencio cósmico,
Música eterna.
GORKA LASA.
No vacilemos en admitir con Biffé que, lo esencial es siempre lo mismo. Según los alquimistas la luz astral penetra en la totalidad del Cosmos y se adentra en los seres. La denominación astral es muy antigua; era conocida por los neoplatónicos. Porfirio estimaba que el cuerpo celestial está siempre unido al alma y es inmortal, luminoso y semejante a una estrella. La raíz de la palabra astral es tal vez la voz escita ais-aer (estrella) o la asiria istar que significa lo mismo.
El equilibrio de los Hemisferios, más allá de concretarse como un apreciable poemario de esencia Cósmica, y de ostentar como una límpida pieza –lírica- tiene como finalidad última: resituar al Ser, dignificar el lugar primario, la eternidad pre-adámica donde el éter se agitaba y comenzaba la vida. Su autor ha comprendido tempranamente lo que estuvo constelado, supo, y sabe apresar como ningún otro poeta de nostra contemporaneidad el eterno equilibrio del Universo.
 
Como los antiguos griegos, Gorka Lasa (Panamà, 1972) preconiza en el viaje celeste de los nacientes viajeros. Sabemos que la eternidad no tiene espacio ni tiempo medible, es impreciso su ritmo: su latente fluir. Se registra en un horizonte frío, aparentemente “vacío” para perderse en ese místico discurrir. La inmensidad –intransitable- es su escenario local como lo fue también para Blaise Pascal, y su búsqueda de igual modo es: la del silencio.
/He quedado en silencio después de la tormenta.
  Híbrido azul,
  De lágrimas y mundo/.
Paracelso denominó la luz sideral. Consideraba los astros, incluso, lo que hoy conocemos como tierra, como porciones condensadas de luz astral, caídas en la “generación” y en la materia pero cuyas emanaciones magnéticas o espirituales conservaban incesante comunicación con el origen anterior o patrio de esa luz astral. Para él, los astros nos atraen hacia ellos; y nosotros los atraemos hacia nosotros.
Gorka percibe que, el mundo espiritual, y todo lo extraordinario, ha de llegarnos a través de las estrellas, y si estamos en armonía con ellas, obtendremos la verdadera magia. Entiéndase que esa magia suprema es la poesía y auto-describirse en las inverosímiles formas de una expresión cognoscente es un desafío. Su hipótesis apela a los postulados de Paúl klee, “lo visible es sólo una fracción de lo real”.  Así versa / Que el espíritu reconozca su símil/
Este poeta se adhiere a una atmósfera limpia, cataliza una armonía inequívoca. Ha visto los espacios sacralizados, ha seguido la ruta de Jasón, ha llegado hasta el último aire donde el ángel suena la trompeta. Esculpe una espaciedad asombrosa para auto-describirse como el errante, como el hombre solitario que inhala la arena de los tiempos.
Pitágoras y Sócrates sustentan que el espíritu de Dios anima las partículas de la materia en que está infundido; que el hombre tiene dos almas de distinta naturaleza, pues (una alma astral o cuerpo fluídico) es corruptible y perecedera, mientras que la otra (augoeides o partícula del Espíritu divino) es incorruptible e imperecedera. El alma astral, aunque invisible, perece y se renueva en los umbrales de cada nueva esfera.
Dinamizando ambas unidades y sin muchos melindres lexicales este autor reconsidera los fenómenos a partir de su propia gravitación para tratar de llenar esos espacios que ha moldeado la soledad.
Su poiesis solicita una edad genésica en la cual nada estaba nombrado. Avala su logos con un lenguaje preclaro reincorporándose en los misterios, su obsesión es eliminar el super ego, regresar a las causas elementales: transmutar o transmigrar por la extraña ruta de los titanes cuyo tesoro ha de ser el equilibrio, la razón, el entendimiento, la sabiduría, el entrecruzamiento entre el hombre, la divinidad, la belleza y ese Universo que recicla todo cuanto crea.
Exaltación mántica o plegaria de los dioses, Gorka interviene como un teurgo evocando lo prístino, lo titilante, los símbolos arcanos, esos que rutilan un nuevo amanecer. Esta poética nos asedia, nos colma de sólidos significados. Reconstruye una; épica olvidada de la eternidad/ La eternidad borró su recuerdo con la arena de los tiempos.
 
Como alguien que también ha sido visitado por el ángel de Plotino, observa que no hay vacío desde la caída del género humano, indaga que la materia es un espeso muro interpuesto entre el mundo terrestre y el mundo de las entidades humanas. Su porción es la soledad del esférico abismo, los viejos espíritus celestes, el elixir de los que caen y han bebido cada gota del dolor.
Sin determinarse en una antropología cultural, ni mostrarse viciado de una cultedad gastada, su estética se estaciona en los “interiores exclusivos” donde se funden realidad e imagen para sondear la inexorable tristeza.
Toda obra de arte es un soporte que se opone a la soledad padecida en el universo. La poesía ha de salvarnos. Como ha de mejorarnos esa luz, o lágrima solar que ha tactado el poeta bajo un ritmo demarcador y contumaz.
Este autor se concreta como un gnóstico, un hacedor de espacios interestelares, un explorador de rumbos infinitos; para tal misión erige un lenguaje libre de edulcorantes, de parafraseos, de convulsiones altisonantes, y/o de altibajos gramaticales. Su búsqueda está patrocinada por una agudeza, por un tempo que no admite estados de lentitud porque todo fluye con la misma velocidad, con el imponderable desgarrón con que caen las estrellas. Proyecta una lozana forma en la expresión, todo esto unido a la exacta –puntería- que hienden las palabras. Poiesis de lo inexorable, lo particular, lo exacto y de algún modo paradisial son códigos predeterminados en este discurso.
Gorka no pretende transgredir ningún horizonte, su búsqueda es la del silencio, las ondas preteridas de ese misterio cosmogónico, de ese padecer en las hordas de la inmensidad. Sea el viento, la marea. Sea el sonido, el canto de la luna, los umbrales, el humus intempestivo de los tiempos o el azul divino de todos los UNIVERSOS.
Respiremos la expansión.
Miladis Hernández Acosta.
25 de Septiembre. Guantánamo, Cuba. Playa de Yateritas.
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