
Altair, el águila de los mil años
Por Gorka Lasa
En este cúmulo fue arrojada mi semilla,
En los abismos de espacios nebulares,
En los reservorios de lejanos astros,
En los yermos castillos del tiempo,
En los tormos de esferas ateridas.
Somos luz pensada,
Náufragos de la mente,
Plasmas en ávida espera.
Somos creación,
Húmeda reserva,
Sueños huidos de la nada.
Y otra vez,
Y otra vez.
La ronda de vidas y sus ciegos dioses imposibles,
Los albores iniciales, los crepúsculos crueles,
La gestación en el negro cenote embrionario,
El rutilante drama del alma en lo profundo.
Caí, cometa errante, raudo,
Oráculo de mundos marginales,
Viajante elíptico de la estrella negra,
Pendí fulgurante de un cielo perdido,
Vientos solares azotaron mi espíritu,
Por mil edades sin nombre,
Vagué girando en el umbral.
Dolor y sangre me clavaron al frío,
Agua y fuego atraparon mi viaje.
Así fue traída hasta aquí,
Mi semilla.
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